MÚSICA
Roberto Carlos inunda Madrid con flores, nostalgia y canciones de amor
El cantante Roberto Carlos demostró estar en plena forma a los 83 años durante su concierto en el WiZink Center en Madrid.
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A sus 83 años, el legendario músico brasileño conserva el tirón y demuestra que tras 60 años de carrera aún es capaz de congregar a 10.000 incondicionales que disfrutaron de un repertorio con sus clásicos, donde no faltaron Lady Laura, Cóncavo y convexo y Un gato en la oscuridad.
La tercera cita de la gira europea del cantante brasileño, tras Ponta Delgada (Islas Azores, Portugal) y Ginebra (Suiza) tuvo lugar en el coliseo madrileño, la única fecha en España de esta gira, que continuará el 28 de septiembre en París.
En 2019, el artista sudamericano rompió una racha de 25 años sin tocar en España, cuando presentó su álbum Amor sin límite y 5 años después repite en el mismo escenario ante 10.000 personas, según cifras de la organización, en esta ocasión con un nuevo single bajo el brazo, Eu ofereço flores, que sin embargo, no interpretó esta noche.
El veterano cantante se hizo de rogar en el recinto madrileño, hasta que apareció con diez minutos de retraso ataviado con un inmaculado traje blanco, sobre un escenario presidido por un piano de cola y acompañado por su banda con sección de viento, batería, guitarra y bajo, coros y teclados.
Emociones fue la canción elegida para abrir en repertorio, en un tono crooner, ante la atenta mirada de los asistentes, que tímidamente se arrancaban a vitorear al veterano astro brasileño, que empezaba el concierto con ciertas dudas en su interpretación.
"Mi negocio no es hablar, es cantar", comentó a los asistentes antes de acometer Qué será de ti, segundo de los temas de la noche, que el público comenzó a corear, y que sirvió para empezar a entrar en comunión con el cantante.
Lady Laura sonó mediado el repertorio, uno de los clásicos más esperados por la audiencia, que acompañó fielmente cada estribillo y consiguió la primera gran ovación de la noche.
Cada vez más cómodo sobre el escenario, el brasileño contó anécdotas sobre sus canciones, y sobre el momento en que decidió hablar de sexo en sus letras: "Una vez me preguntaron cuáles eran las tres cosas que más me gustan, y yo contesté: en segundo lugar, el sexo; el primer lugar el sexo con amor y en tercer lugar un buen helado de fresa", entre risas, tanto del cantante como del público.
Después de este preámbulo, solo podría llegar, Cóncavo y convexo, que de nuevo arrancó otra gran ovación, para dar paso a la primera de las pausas, mientras el resto de la banda interpretaba Mi cacharrito.
Tras recordar el momento en que ganó el Festival de San Remo, llegó otro de los momentos más esperados por los asistentes, Un gato en la oscuridad, que el propio artista recordó que no tuvo éxito en su Brasil natal porque no supo traducir letra al portugués, ya que "nunca había visto un gato azul”, pero que, pese a todo, fue “una canción que trajo muchas alegrías”.
Ese tipo soy yo, uno de sus temas más recientes del repertorio (2014) consiguió divertir al público, cada vez más entregado al brasileño, como quedó demostrado a continuación durante la interpretación de El día que me quieras y Amigo, que consiguió agitar al público en los asientos con sus primeros acordes.
Jesucristo sirvió para que cientos de asistentes abandonaran sus asientos para acercarse al escenario con pancarta, momento que el artista aprovechó para repartir flores entre la multitud durante 15 minutos y que sirvió para poner punto final a la actuación
Sólo quedó en el tintero Un millón de amigos, que no llegó a sonar, en una noche donde la nostalgia volvió a invadir el WiZink Center cinco años después de su última visita, pero con las mismas baladas y canciones al amor romántico que catapultaron a la fama al intérprete brasileño
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