SALUD Y JUBILACIÓN
Posponer la jubilación aumenta el riesgo de mortalidad en personas de 60 a 69 años, según un estudio
Un nuevo informe advierte que retrasar la edad de jubilación puede tener graves consecuencias para la salud, especialmente en personas que desempeñan trabajos exigentes.
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Retrasar la edad de jubilación se ha promovido como una estrategia para asegurar la sostenibilidad del sistema de pensiones y mejorar las prestaciones de los futuros jubilados. Sin embargo, un reciente estudio publicado por la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea) ha revelado que esta práctica podría tener efectos negativos significativos en la salud y la esperanza de vida de los trabajadores, especialmente aquellos de entre 60 y 69 años.
El estudio, elaborado por los investigadores Cristina Bellés, Sergi Jiménez y Han Ye, analizó datos de la Muestra Continua de Vidas Laborales del Ministerio de Seguridad Social, cruzándolos con tasas de mortalidad por edades. Los resultados son preocupantes: retrasar un año la salida del mercado laboral aumenta el riesgo de mortalidad en un 4,4% para este grupo de edad. El informe subraya que la mortalidad se incrementa principalmente debido a la pérdida del acceso a los regímenes de jubilación anticipada.
El impacto es más pronunciado en personas que han trabajado en empleos peligrosos o físicamente exigentes, como la minería o la pesca, donde los coeficientes reductores permiten la jubilación anticipada sin penalizaciones significativas. Estos trabajadores, aunque retrasan menos su jubilación, sufren un mayor aumento en la mortalidad al hacerlo.
Para mitigar este riesgo, Fedea propone que se permita a los trabajadores reducir gradualmente su carga laboral antes de retirarse completamente. Esta medida podría ayudar a extender la vida laboral de manera más saludable, evitando los impactos negativos en la esperanza de vida.
El estudio también cuestiona la efectividad económica de las políticas que incentivan la jubilación tardía. Aunque el retraso en la jubilación puede generar ahorros fiscales al reducir el tiempo de pago de las pensiones, estos ahorros no compensan la pérdida social asociada a la disminución de la esperanza de vida. Según los autores, las políticas de jubilación deben diseñarse cuidadosamente, considerando las diferencias en la exigencia física y mental de distintas ocupaciones.
El informe concluye que las reformas de pensiones que impulsan el retraso en la jubilación deben ser reevaluadas a la luz de estos hallazgos, destacando la necesidad de políticas que equilibren los beneficios económicos con la salud y el bienestar de los trabajadores.
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