CUIDADOS

Una oftalmóloga recomienda revisiones periódicas a partir de los 40 años para frenar el glaucoma en sus primeras fases

Su carácter asintomático en los primeros momentos hace que la mitad de los pacientes desconozcan su diagnóstico, lo que retrasa el inicio del tratamiento, elevando el riesgo de ceguera.

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La oftalmóloga y experta en glaucoma del Hospital Sanitas CIMA, la doctora Sara Hernández, ha recomendado acudir a revisiones oftalmológicas de forma periódica a partir de los 40 años para detectar el glaucoma en sus primeras fases, permitiendo frenar el avance de la enfermedad antes de que cause un daño visual irreversible.

"El problema del glaucoma no es solo su alta prevalencia, sino el desconocimiento de los pacientes. La mitad de las personas afectadas no sabe que tiene la enfermedad hasta que han perdido parte de su visión de forma irreversible. La detección precoz es la mejor herramienta para preservar la calidad de vida y evitar complicaciones graves", ha explicado Hernández con motivo del Día Mundial del Glaucoma, que se celebra el 12 de marzo.

Un diagnóstico temprano requiere de pruebas especializadas como la tomografía de coherencia óptica, el campo visual y la paquimetría, que permiten evaluar el estado del nervio óptico y la presión intraocular.

En ese sentido, ha subrayado que su carácter asintomático en los primeros momentos hace que la mitad de los pacientes desconozcan su diagnóstico, lo que retrasa el inicio del tratamiento, elevando el riesgo de ceguera; el glaucoma afecta en España a un millón de personas, y se espera que para 2030 sean más de 1,5 millones, según datos de la Sociedad Española de Oftalmología.

Aunque existen distintos tipos de glaucoma, el más común es el de ángulo abierto, que evoluciona lentamente y sin síntomas hasta que la visión está seriamente comprometida; mientras que el glaucoma de ángulo cerrado puede desarrollarse de forma repentina y provocar un aumento brusco de la presión intraocular, causando dolor intenso, visión borrosa y enrojecimiento ocular.

Entre los principales factores de riesgo de esta pérdida de visión se incluyen los antecedentes familiares, la miopía o hipermetropía alta, la edad avanzada, la diabetes, la hipertensión arterial, la tensión arterial demasiado baja, la apnea del sueño o los trastornos circulatorios; aunque también puede influir el uso prolongado de corticoides, incluso en colirios.

"El avance en las opciones terapéuticas es una gran noticia para los pacientes, ya que permite un control más eficaz de la enfermedad con menos efectos secundarios y complicaciones. Sin embargo, el éxito del tratamiento sigue dependiendo de una detección precoz", ha afirmado la doctora Hernández, señalando técnicas como el láser SLT y las cirugías mínimamente invasivas, que permiten reducir la dependencia de los colirios y mejorar la adherencia al tratamiento.

Para reducir el riesgo de desarrollar esta enfermedad, la especialista ha aconsejado adoptar hábitos oculares saludables como seguir una alimentación equilibrada rica en antioxidantes y ácidos grasos omega-3, realizar ejercicio físico regularmente para favorecer la circulación sanguínea ocular, y evitar el consumo de tabaco, que puede afectar negativamente al nervio óptico.

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