DEMENCIA
Una investigación confirma que la fragilidad aumenta el riesgo de padecer demencia
Existe un promedio de un 40% más de riesgo de desarrollar demencia en aquellas personas mayores que sufren fragilidad según un estudio.
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Un estudio internacional dirigido por un investigador de la Universidad de Queensland (Australia) ha descubierto que la fragilidad aumenta el riesgo de padecer demencia, pero la intervención temprana puede ser la clave para la prevención. El artículo de investigación se publica en JAMA Neurology.
Cabe contextualizar que la fragilidad es un estado de salud relacionado con el envejecimiento en el que múltiples sistemas orgánicos pierden su resiliencia, lo que aumenta la probabilidad de que las personas sufran consecuencias adversas para la salud, como caídas, discapacidad y hospitalización.
Siendo así, el doctor David Ward, del Centro de Investigación de Servicios de Salud, rastreó los datos de casi 30.000 participantes de cuatro estudios longitudinales en el Reino Unido y los Estados Unidos, lo que permitió a los investigadores detectar cambios en la salud y el funcionamiento de las personas 20 años antes de que se les diagnosticara demencia.
"La acumulación de enfermedades relacionadas con la edad es indicativa de una fragilidad creciente, que descubrimos que se acelera hasta nueve años antes del diagnóstico de demencia", declara Ward. "Nuestros hallazgos muestran que por cada 4 o 5 problemas de salud adicionales hay en promedio un 40% más de riesgo de desarrollar demencia, mientras que para las personas más en forma el riesgo es menor. Esto sugiere que la fragilidad no es simplemente una consecuencia de la demencia no detectada, sino que contribuye a su aparición", añade.
"Las personas envejecen a ritmos diferentes y la cantidad de problemas de salud que acumulan depende de su grado de fragilidad", continúa el doctor Ward. Al comprender la conexión entre el envejecimiento, la fragilidad y la demencia, podemos utilizar estrategias de intervención específicas para reducir el riesgo y mejorar la calidad de vida. Este hallazgo respalda la integración de la detección de fragilidad en los controles de rutina y podría usarse para informar programas de salud que promuevan intervenciones en el estilo de vida, como el ejercicio y la nutrición.
Según la Organización Mundial de la Salud, más de 55 millones de personas padecen demencia en todo el mundo y cada año se producen 10 millones de casos nuevos. El coautor del estudio, el profesor David Llewellyn de la Facultad de Medicina de la Universidad de Exeter, comenta que la investigación era uno de los exámenes más completos del vínculo entre la fragilidad y la demencia.
"Este estudio es crucial porque identifica la fragilidad como un predictor significativo del riesgo de demencia, ofreciendo una vía potencial para la intervención temprana para mejorar los resultados de salud", insiste el experto. "El éxito de esta investigación dependió de la colaboración internacional, que nos permitió investigar diferentes poblaciones y mejorar la validez de nuestros hallazgos, que probablemente darán forma a futuros ensayos clínicos y estrategias de prevención", concluye.
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