INVESTIGACIÓN
Los adultos mayores hospitalizados por insuficiencia cardíaca presentan un alto riesgo de complicaciones renales
Un estudio ha encontrado vínculos entre la insuficiencia cardíaca y la enfermedad renal en los mayores de 65 años que se encuentran hospitalizados.
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Investigadores del Brigham and Women's Hospital (Estados Unidos) han encontrado vínculos entre la insuficiencia cardíaca y la enfermedad renal que respaldan nuevos enfoques para integrar la atención de estas afecciones. En un análisis que incluyó a adultos de 65 años o más que fueron hospitalizados por insuficiencia cardíaca en 372 sitios en Estados Unidos, los investigadores encontraron que los pacientes tenían un riesgo sustancial de complicaciones renales, y aproximadamente el 6 por ciento progresaba a diálisis dentro del año de ser hospitalizados por insuficiencia cardiaca. Los nuevos resultados se publican en JAMA Cardiology.
"Sabemos que la salud del corazón y los riñones están altamente interconectadas, pero el manejo de las enfermedades cardíacas y renales permanece relativamente aislado, y la salud de los riñones a menudo no se prioriza en pacientes con enfermedades cardíacas hasta etapas avanzadas", comenta el primer autor John Ostrominski, becario en Medicina Cardiovascular y Medicina de la Obesidad en Brigham. "La disminución de la función renal suele ser asintomática hasta una etapa avanzada del curso de la enfermedad, pero incluso etapas menos avanzadas de insuficiencia renal pueden tener implicaciones importantes para la salud cardiovascular. Por lo tanto, existe la necesidad de análisis que evalúen los resultados renales en personas con insuficiencia cardíaca".
Aproximadamente dos tercios de los adultos mayores con insuficiencia cardíaca tienen una función renal anormal. Sin embargo, hasta la fecha, pocos análisis han investigado la aparición de resultados renales clínicamente relevantes, como la hospitalización por lesión renal aguda o diálisis, en pacientes con insuficiencia cardíaca. Según Ostrominski, la evaluación de estos resultados más reconocibles y centrados en el paciente puede dar lugar a cambios sustanciales en la forma en que se tratan juntas las enfermedades cardíacas y renales en la clínica.
El estudio analizó los datos de reclamaciones de Medicare de 85,298 pacientes mayores de 65 años que fueron hospitalizados con insuficiencia cardíaca entre 2021 y 2024. Los datos se obtuvieron del Registro Get with the Guidelines-Heart-Failure, una iniciativa respaldada por la Asociación Estadounidense del Corazón que busca conectar a los hospitales con pautas actuales basadas en evidencia y herramientas de medición precisas para mejorar la calidad de la atención y las prácticas de la industria. El registro también está demostrando ser una valiosa fuente de información para los investigadores que examinan las tendencias en los resultados de salud de los pacientes con insuficiencia cardíaca.
En el presente estudio, el 63 por ciento de los pacientes fueron dados de alta con una función renal significativamente deteriorada, medida por su tasa de filtración. Los investigadores también encontraron que el riesgo de resultados renales adversos aumentaba marcadamente en pacientes con función renal baja. Un año después del alta, el 6 por ciento de los pacientes estaban en diálisis y el 7 por ciento de los pacientes estaban en diálisis o habían progresado a una enfermedad renal en etapa terminal.
Los hallazgos sugieren que, a nivel de proveedor individual, los cardiólogos deberían priorizar la evaluación de la función renal (incluida la medición de la filtración renal y la búsqueda de evidencia de proteínas en la orina, también conocida como albuminuria) en todos los pacientes con insuficiencia cardíaca y, cuando esté indicado, considerar las terapias que se sabe que mejoran los resultados renales.
En términos más generales, el estudio enfatiza la necesidad de cambios sistémicos que respalden mejor el manejo simultáneo de las enfermedades cardíacas y renales, incluido el establecimiento de clínicas enfocadas en integrar estas dos áreas de atención, la incorporación de los resultados renales en las métricas de desempeño de la atención médica para las enfermedades cardiovasculares y protocolos para el manejo interdisciplinario de cuidados crónicos.
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