CUIDADORES
Mayores cuidadores: "He cuidado a mis hijos, a mis nietos, a mi marido y ahora a mi nuera"
Toda una generación de personas mayores, especialmente las mujeres han ejercido de cuidadores durante gran parte de su vida. Todavía hoy siguen manteniendo un papel crucial, si ya no criando a sus hijos, cuidando de sus nietos.
Publicidad
La vida de Arcángel, que ya ha cumplido los 86 años, ha estado siempre ligada a los cuidados, desde los 11 años trabajó como niñera, se casó y crió a sus dos hijos, luego a sus tres nietos, a su marido hasta que murió a los 77 y ahora está junto a su nuera: "Es mi manera de ser, cuidar a todos".
Es un ejemplo de esa generación de mayores en la que las mujeres han jugado un papel clave e invisible en los cuidados y que se sigue manteniendo en muchos casos porque "las políticas públicas para cuidar son muy débiles y obligan a las familias a hacer esfuerzos adicionales", explica a EFE la catedrática de antropología social y cultural Dolors Comas-d'Argemir.
Expertos y mayores coinciden en que siguen desempeñando una tarea fundamental en ese ámbito: el 15 por ciento de los niños menores de 3 años están siendo cuidados por sus abuelos sin remuneración más de 22 horas semanales.
Pese a que las familias han cambiado y las nuevas generaciones de mayores viven mejor que las anteriores, aún no se ha producido en ellas una revolución en el ámbito de los cuidados, opina la investigadora.
"Las políticas de igualdad han hecho que las mujeres avanzáramos muchísimo, que hayamos accedido a la educación, que hayamos accedido a trabajos interesantes, pero el ámbito de los cuidados sigue estando persistentemente determinado por el género, con unos hombres que han sido educados en general para no cuidar, para liberarse los cuidados y dedicarse enteramente a la vida laboral".
"Parece que esto de cuidar en las familias sea algo gratuito, pues no lo es, porque impacta en la vida de las mujeres, que dejan de percibir unos salarios completos y pasan a tener unas pensiones muy bajas", argumenta la profesora emérita de la Universitat Rovira i Virgili.
Aunque es difícil saber la aportación desde el punto de vista económico de las mujeres mayores en los cuidados, recuerda que se ha calculado que las tareas que se realizan en los hogares cuidando representan en la UE un 2,5 % del Producto Interior Bruto, una cifra superior a la media del gasto público de los estados en cuidados de larga duración que alcanza un 1,7 del PIB.
En todo caso, "se ha calculado también que un 15 % de los niños y niñas menores de 3 años son cuidados por sus abuelos más de 22 horas semanales", cuidados que se dan en otros países de la UE.
"Pero en España es donde las abuelas y abuelos participan con mucha más intensidad en los cuidados, cubriendo los déficits en los problemas de conciliación familiar y laboral que tienen las parejas jóvenes, y de los servicios públicos para cuidados a la infancia, que vamos muy retrasados respecto a otros países", destaca.
Suegra y nuera, conviven juntas en una residencia
Arcángel Martínez y la mujer de su hijo, de 61 años, comparten habitación en la residencia Casaverde de Navalcarnero (Madrid). Ejerce un papel protector y de apoyo a su nuera, que es totalmente dependiente.
"Me he pasado la vida cuidando, desde que me pusieron a trabajar a los 11 años como niñera, luego crié a mis dos hijos, también he cuidado de mis tres nietos, es mi manera ser, cuidar de todos", explica en una conversación con EFE. También lo hizo con mucho mimo de su marido hasta que murió a los 77 años. "Le afeitaba, le bañaba, siempre hemos ido juntos a todos sitios".
Cuando su hijo le dijo que necesita ingresar en un centro a su mujer que tras una enfermedad es totalmente dependiente, no dudó en que la mejor opción era estar junto a ella. "Le acompaño al comedor, a dar una vuelta, le apoyo en lo que puedo; estamos en la misma habitación y si necesita cualquier cosa que yo puedo hacer, lo hago".
"Tengo 86 años y soy vital y tengo mucha energía; estoy pintando ahora y haciendo otras manualidades, hemos ido de excursión al Zoo y hemos salido a comer a la Plaza Mayor de Navalcarnero". Un artículo de Ana Rodrígo
Publicidad