Así son las mujeres pioneras que hace 50 años entraron en la Guardia Urbana

La Guardia Urbana de Tarragona incorporó hace cincuenta años a sus primeras agentes: ocho mujeres superaron las pruebas de selección y entraron en el cuerpo el 5 de enero de 1975 con la misma retribución que los hombres, pero también con el rechazo inicial de sus compañeros.

Las ocho cumplieron los requisitos establecidos para ingresar en la policía municipal: tenían entre 18 y 35 años, una altura mínima de 1,60 metros y estaban solteras o viudas, según explican Teresa Roca y Pilar Berenguer, dos de esas mujeres pioneras, en una entrevista con EFE.

Minifalda y botas en la Cabalgata de 1975

Su primer servicio fue en la Cabalgata de Reyes de 1975, un día frío que soportaron con su uniforme reglamentario, compuesto por "una minifalda, botas y una chaqueta finita", recuerda Teresa Roca.

"Nos quedamos heladas. Aquello no era un uniforme para estar en la calle en pleno invierno, pero es lo que había en ese momento", cuenta.

Tarragona fue una de las primeras ciudades españolas con mujeres policía, con Bilbao, Córdoba o Elche como referentes. El consistorio aprobó la creación del expediente que dio origen a la "sección femenina de la policía municipal" en el pleno celebrado el 27 de diciembre de 1974.

Roca trabajaba en una fábrica textil cuando decidió hacer las oposiciones para la Guardia Urbana. Entró con 20 años y estuvo 42, hasta que se jubiló. "Los inicios fueron duros, al principio los compañeros no aceptaban que estuviéramos en el cuerpo. Pero la cosa fue cambiando con el tiempo", explica.

"Por ser mujer, me pusieron en un cruce durante muchos años para gestionar el tráfico ocho horas al día, hasta que hubo semáforos. Tanto si hacía frío como si llovía tenía que estar allí, no podía abandonar el lugar”, recuerda.

"El mundo del uniforme era masculino"

Pilar Berenguer ingresó con 18 años en la Guardia Urbana de Tarragona y reconoce que al principio sintió "un poco de miedo porque el mundo del uniforme era de los hombres". "Nosotras éramos muy jovencitas y ellos creían que íbamos a invadir un espacio que era suyo", rememora.

Además, "costaba que los ciudadanos respetaran a una mujer con uniforme, aunque, poco a poco, fue cambiando", apunta Bereguer, que estuvo en la policía municipal en dos etapas, ya que cuando llevaba cuatro años, en 1979, pidió una excedencia por motivos personales y volvió a formar parte del cuerpo entre 1990 y 2008.

La primera tarea que le asignaron fue la vigilancia de la circulación en distintos puntos de la ciudad, como la plaza Ponent o la avenida Ramón y Cajal en la confluencia con la calle Prat de la Riba, en el centro de Tarragona. A los cuatro meses la trasladaron a una oficina como secretaria de un teniente de alcalde.

Cuando regresó de la excedencia estuvo en atención al público, un puesto en el que se sentía "muy a gusto porque el ciudadano de Tarragona es muy agradecido", subraya.

Tanto Roca como Berenguer coinciden en que en estos cincuenta años la posición de las policías municipales ha mejorado: "Hay una diferencia abismal entre el año 1975 y la actualidad. Hay mucha más preparación física y de conocimientos, más camaradería y más respeto hacia las mujeres, tanto de los compañeros como de la ciudadanía".

"Orgullosos de ellas"

El Intendente de la Guardia Urbana de Tarragona, Manel Vázquez, destaca que la incorporación hace medio siglo de aquellas pioneras "supuso un paso adelante" para el cuerpo. "Estamos muy orgullosos de ellas, fueron unas grandes representantes".

Vázquez asegura que uno de los principales objetivos que se marcó cuando accedió al cargo es "la feminización de la Guardia Urbana. Y hemos ido ganando terreno en este sentido porque hemos doblado el número de mujeres, actualmente hay 36", sostiene.

Eso sí, reconoce, "queda mucho trabajo por hacer, porque todavía no llegamos a los porcentajes de otros cuerpos policiales nacionales y europeos". Un artículo de Javier Díaz Plaza.